Hoy es el día de salida, a las 15:25 tenemos el avión. La verdad que estoy tranquilo, es una pena, pero ya ni los viajes me conmueven. Esa sensación en el estómago igual a la que se te pone cuando vas a comenzar un partido de baloncesto o cuando te vas a tirar del tramplín para hacer un triple salto mortal, pues ya no lo noto. Quizá sea que mi cerebro ya piensa que todo está controlado, piensa que todo lo controlan los demas, ya sea el vuelo, las maletas, los traslados, los hoteles. Muchas veces pienso que viajar como viajamos los turistas es como ver una película en la que estamos sentados en una butaca viendo pasar los monumentos y las gentes e interactuando con estos elementos muy poco.
Como este año el idioma y la cultura de México es más cercana, voy a intentar no solo ver esa película, si no formar parte de ella, ser al menos el "montador", "guionista" o "director".
Ahora voy a ducharme y meter en la maleta las últimas cosas que me faltan, los ahuyentadores de mosquitos, la toalla de secado rápido que me ha dejado Ana, algún fruto seco que siempre viene bien para los tiempos de espera en el aeropuerto.
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